Desde tiempos ancestrales La Caldera fue una aldea changa cuya herencia no sólo se ha evidenciado en el estilo de vida de sus descendientes pescadores y recolectores -que aún los hay-, sino también en los vestigios hallados en lugares de asentamiento y sitios ceremoniales. Su vida nómada se ha representado a lo largo de toda la costa del norte de Chile.

Otras culturas o pueblos originarios han dejado su huella en el sector, donde pinturas rupestres y petroglifos, rucos y tambos, pequeñas puntas de flecha o la gran balsa de cuero de lobo nos hablan de un pasado prehispánico cargado de artesanías y labores, de ritos y plegarias, de vida y de muerte.

En 1850 se funda Caldera, un puerto de embarque de minerales que llegó a ser el más importante en su rubro, que vio nacer al primer ferrocarril chileno, que alberga el primer cementerio laico del país y que fue escenario de grandes episodios de la historia de Chile y Atacama.